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Diario YA


 

ADORANDO UNAS URNAS

Rafael Nieto,  director de Sencillamente Radio, en Radio Inter. La propaganda democratista ha hecho que el antiguamente honorable pueblo español acepte de buena gana cualquier tinglado que consista en meter una papeleta en una urna, y le importa poco para lo que sirva el resultado de las elecciones, o lo que la casta política vaya a hacer con su voto. El mero hecho de ir a votar se considera ya una especie de ritual sagrado, el equivalente a cuando antaño íbamos masivamente a la iglesia a rezar, o a la calle a procesionar. Pero como les vengo diciendo, el diosecillo de nuestro tiempo es la democracia.

La gente sale de los colegios electorales ufana y satisfecha con el deber cumplido, confiada en que ha puesto un ladrillo en el edificio futuro de España, tranquila porque cree que los políticos, esos pocos elegidos, convertirán su pequeña parte de soberanía en algo para el provecho general. Nada más lejos de la realidad. Nuestros votos sirven para perpetuar un sistema injusto que nos deja a los españoles en fuera de juego permanente. Pagando con nuestros impuestos el festín democrático de una minoría a la que nunca le suena el despertador muy temprano.

El mejor ejemplo de lo que digo lo tenemos en la cita del próximo 21 de diciembre en Cataluña. Unos comicios autonómicos convocados in extremis por Mariano Rajoy, a quien Rivera y Sánchez presionaron para hacerlo, seguros de que la proximidad temporal de esa fecha con el golpe separatista les beneficia. Al PP le perjudica. También le exigieron que no tocase la manipulación informativa de TV3, cosa que también aceptó el presidente del Gobierno. Al final, por mucho que Rajoy diga lo contrario, la aplicación del 155 está siendo única y exclusivamente virtual.

¿Es lógico que se presenten a unas elecciones autonómicas unos golpistas confesos?, ¿un tipo huido de la Justicia y sus secuaces, de momento encarcelados en Estremera? ¿Qué tipo de comicios son éstos en los que, quienes se presentan, quienes se cree que pueden ganarlos, ni siquiera reconocen su legitimidad ni su validez? ¿Qué elecciones son éstas en las que se amenaza con pintadas en sus casas a los jueces independientes, y se entra en su domicilio particular, a sabotearles y cortarles la calefacción?, ¿qué tipo de elecciones son éstas en las que, mientras prepara su candidatura, el tal Puigdemont se sigue presentando ante el mundo como el legítimo presidente de la nueva república catalana? Esto, perdónenme que lo diga así, es un absoluto cachondeo, y de democrático no tiene nada.

Sin embargo, no verán que ningún medio de comunicación le diga a los españoles que estas elecciones no deberían celebrarse. Nadie que denuncie esta gravísima e intolerable adulteración de la pureza democrática. Al revés. Conscientes de que toda cita electoral deja pingües beneficios en forma de publicidad institucional, esos medios lacayos del Sistema animan a los españoles ingenuos a que acudan masivamente a votar, porque las urnas son ese bálsamo de Fierabrás que soluciona todos los problemas de manera inmediata y casi por arte de magia. Una ensoñación que nos ilusiona hasta que vemos, otra vez, que nos han vuelto a engañar.

Nosotros, como bien sabe nuestra audiencia, no compadreamos con quienes han hecho todo lo posible por romper la sagrada unidad nacional. Ni callamos ante este nuevo intento de tomar el pelo a los españoles. En Cataluña no hacen falta otras elecciones autonómicas, sino un Gobierno que aplique la ley con firmeza, detenga la manipulación ideológicas en las aulas, acabe con los medios de comunicación mentirosos, meta en la cárcel de por vida a los golpistas e ilegalice a todo aquel que lleve en su programa electoral cualquier idea conducente a la secesión de una parte de España. Eso es lo que hace falta.

Mientras nos sigamos creyendo la milonga de que yendo a votar vamos a arreglar este roto enorme que hay en la sociedad española, y en el mismo alma de la nación, estaremos perdiendo el tiempo y contribuyendo al desastre definitivo.

 

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