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Diario YA


 

Don Florentino

Daniel Fernández Cantalapiedra

Disculpen, tal vez, mi estilo excesivamente educado, pero es posible que dada la situación no sea lo de menos puesto que esto me sirve de profiláctico para, al menos, tratar de mantener la salud mental.

Observo aturdido el vendaval con vistas a convertirse en tornado de plena regla, alrededor de la figura del Presidente del Real Madrid don Florentino Pérez, y no puedo sino tratar de llegar a términos conmigo mismo de que, aun si hoy no lo veo, alguien más debe estar al igual que yo intentando mantener la razón y el equilibrio en torno a esto.

Resulta que el Presidente del merengue Club, al parecer, ha realizado unos comentarios de uno u otro tipo que no han gustado a unos – y que sin embargo a otros parece haber encantado. El objeto de este texto no es otro que resaltar lo preocupante de todo esto, que es, en mi opinión, el bajo nivel en el que día tras día nos encontramos.

Si bien es cierto que todos tenemos – o deberíamos tener – unos estándares morales sobre los que considerar qué encontramos de valor y qué no, parece que para la práctica unanimidad de las gentes no es escándalo esto de lo que escribo.

Parece que no causa pesar alguno, como primer punto, que no se respete el hecho de que todos tengamos opiniones incluso por muy despectivas que estas pudieran llegar a ser, sino que sean de alguna forma registradas, guardadas, preservadas en el tiempo y posteriormente a las espaldas publicadas como noticia al más puro estilo “neoesperpento”.

En segundo lugar, aun si esto que parece ser cierto fuera real, me cuesta entender que el común de las personas no sepan en el fondo de qué trata todo esto.

En mi opinión, pues en este caso la tengo, el Presidente del club madrileño al parecer emitió unas opiniones o jucios de valor, en calidad de “jefe” de los conocidos nombres de quienes acertada o desacertadamente se habla.

Estos comentarios por supuesto pueden gustar más o menos, pero en ningún caso deberían armar el bochornoso escándalo como el que presencio atónito desde la barrera.

En una relación laboral, como la que existe entre un club y un jugador, hasta donde mi mente alcanza a entender a unos les pagan por jugar bien y a cambio el club se compromete a cuidarles económicamente. Punto.

De ningún modo se puede entender, como parece sugerir la situación que el Presidente no debiera tener su propia opinión personal sobre alguno o cada uno de los jugadores o exjugadores del club, por nefasta que esta parezca.
Al final, unos juegan y el club paga. Y si el Presidente opina esto o lo otro, en mi opinión no debería ser objeto de morbo en una sociedad civilizada.

Del mismo modo que un servidor no puede exigir a sus responsables laborales que piensen bien de él, tampoco los que mucho comentan pueden pedir que el Presidente no tenga su opinión sobre los asuntos.

Pues con chantaje o sin chantaje, tema adonde no entraré, cada uno de nosotros en algún punto de su mente sabe que acostumbramos a pensar de unos bien y de otros mejor, o peor, y que si cada uno hace su parte del trabajo bien las opiniones personales forman parte de la esfera privada de las personas, la cual se debe respetar por pública que esta parezca.

Atónito digo, y sin buscar protagonismo ni por asomo, que es un escándalo que una noticia o serie de publicaciones así sean tan vistas, leídas e incluso celebradas. Opino, asimismo, que desearía no leer noticias que se presten a este tipo de cosas y que, de nuevo, lo que cada uno piense de cada uno no es objeto de juicio público, por muy conocida que sea la figura de don Florentino.