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Diario YA


 

Tatiana Solovieva. Prólogo de César Vidal

ENTRE DOS ORILLAS UN RECORRIDO VITAL CON EL BALLET Y LA HISTORIA COMO PROTAGONISTAS

Tatiana Solovieva
Prólogo de César Vidal
ISBN:
Madrid. 2021
564 Págs. + 16 págs fotos color
© Unión de Artistas de Rusia en España
Solicitar a: www.balletruso.es

 “Entre dos orillas” es un ejercicio singular de memorias, autobiografía y relatos históricos y artísticos que trasladan al lector a un viaje en el espacio y el tiempo con la danza y la música como vehículo de navegación entre las orillas vitales de su autora. Decimos un libro singular, porque el que se atreva a adentrarse en el viaje se encontrará escenas y relatos que no son habituales en obras biográficas o autobiográficas.
En ocasiones, porque las memorias no se corresponden con la realidad. Decía un conocido autor que había “firmado un contrato con una editorial, ellos van a escribir mi biografía, y yo me he comprometido a hacer lo que ponga”. En otros casos, como señalaba en frase célebre Jorge Luis Borges, “son el ejercicio de la minucia, un absurdo. Algunas constan exclusivamente de cambios de domicilio”.
No es este el caso. Los acontecimientos de la vida de la autora son únicamente la excusa para el viaje, ese que subtitula el libro: Un recorrido vital con el ballet y la historia como protagonistas. Es un libro que hace honor a esa otra forma de memorias, la que destacaba Thomas Carlyle cuando sentenciaba que “la biografía es la única historia verdadera”. Tatiana Solovieva busca y consigue en estas casi seiscientas páginas generar emociones e historias que no necesariamente son una autobiografía, son mucho más, busca que el lector dé su propia interpretación a los acontecimientos que aparecen en sus páginas.
La autora, Musicóloga por la Universidad (Academia Gnessins) de Moscú y la productora que más espectáculos de arte ruso ha traído a España, propone en su introducción el plan del viaje: “Mi vida ha transcurrido entre dos orillas a diferentes niveles, tanto en el espacio como en el tiempo: La Unión Soviética y España, la Unión Soviética y la Rusia actual. Pero hubo muchas otras orillas que me han marcado a lo largo de mi vida, historias que me han llegado desde el pasado, historias de las que fui testigo en todos estos años, historias que se escriben cada día que vivimos, historias que están siempre presentes en ese circuito sin fin trazado entre el corazón y la mente, historias interminables que van cobrando sentido a medida que los años van cerrando capítulos y se desarrolla la trama de la existencia de cada uno de nosotros”.
Saltando de capítulo en capítulo tras su labor profesional, la autora muestra el muy gratificante, pero duro y constante trabajo de hacer llegar el Arte a las gentes, porque como bien señala, en el Arte no sirven las medias tintas: “Lo peor que soporta el Arte es la mediocridad”… En esa tarea profesional, la autora cuenta como además de los conocimientos, necesitaba entender de dónde venimos y a dónde vamos, qué valores quería transmitir a la gente con sus espectáculos, cómo se desarrollaba el mundo teatral y qué podía aportar y, para esto, entendió que la lectura era absolutamente necesaria. Los libros, como fuente de sabiduría, son seres extraños en una época como la nuestra, donde la realidad queda ocultada tras el cartón piedra del mundo audiovisual. Para Tatiana Solovieva, “Los libros son como conversaciones con maestros que nos transmiten sus experiencias…. Creo que el lector encontrará en estas páginas un libro atípico, una especie de mezcla de curriculum vitae y enciclopedia de la danza, con guarnición de algunos otros espectáculos, reflexiones históricas y una salsa de recuerdos personales”.
Y en esa conversación consigo misma y con el espacio y el tiempo recorrido a lo largo de su vida, nos enseña cómo la cultura popular milenaria rusa se fusionó parcialmente con la Religión Ortodoxa y los cantos de la Iglesia rusa asimilaron las formas de la polifonía popular; cómo la cultura académica occidental en los Teatros Imperiales se fusionó con la mentalidad y creatividad nacional y en el siglo XX, Diaghilev abrió la riqueza nacional rusa al mundo exterior, y los artistas rusos despertaron el interés para la creación de nuevos caminos en teatros, ballets, películas y literatura en Occidente y también en Asia. Igualmente ocurrió en los deportes, en la ciencia, en la filosofía. En la Unión Soviética se fusionaron la cultura académica, la riqueza popular y la ideología socialista, lo que significó un salto gigantesco en el número de compañías, grandes obras y número de profesionales, no solo en el territorio de Rusia, sino en todas las repúblicas del país y en todos los países que estaban en su órbita.
Y todo esto unido a las aventuras y desventuras que suceden cuando se recorre toda España con los Cosacos de Rusia, El Ballet Imperial Ruso, el de San Petersburgo, coros y magos o la perfección sublime de la compañía de Igor Moiseyev… y de vuelta a Rusia con Paco de Lucía, el ballet de Antonio Gades o los tangos de la Porteña, entre otros.
Orillas distintas y distantes unidas gracias a la vida y al Arte, y con la nostalgia que envuelve a todos los que están lejos de sus orígenes, tanto en el espacio como en el tiempo: “Entre las orillas de la vida siempre pasan acontecimientos que marcan los cambios y la corriente del rio nos lleva a lo desconocido.  De aquella orilla tan lejana en el tiempo y el espacio, cuando nos entregábamos a la comunidad y a la Utopía, hemos pasado a la sociedad occidental, donde prevalece el interés individual. Pero cuando nos juntamos los amigos, con nostalgia, echamos mucho de menos aquel gran proyecto y gran país que fue la Unión Soviética”.
Un libro escrito para disfrutar, imaginar, reflexionar, aprender, sonreír y suspirar, porque en el fondo todos hemos cruzado entre diferentes orillas en el río de la existencia. Es una Ópera Prima de una escritora que ha sido capaz de arrancar las siguientes líneas a un escritor consagrado, polémico y de vuelta de muchas cosas, como César Vidal, que en su prólogo hace una perfecta disección de la obra:
“El libro de Tatiana Solovieva, en realidad, no es un solo libro. Más bien me ha llevado, una y otra vez, a pensar en las matrioshki. Ya saben ustedes: esas peculiares muñecas rusas que llevan en su interior una, dos, seis, diez muñequitas que van revelándonos, a su vez, nuevos destellos de belleza e incluso, en ocasiones, toda una sucesión de episodios históricos o el desgranar plástico de un relato. La presente obra no es un solo libro, aunque así aparezca a efectos editoriales sino, más bien, un conjunto de libros insertos los unos dentro de los otros y desplegando siempre una belleza, una delicadeza, una hermosura que obliga a regresar a ellos una y otra vez y que permite incluso que sus capítulos no tengan, necesariamente, que ser leídos en orden ya que pueden, en su mayoría, ser disfrutados los unos aparte de los otros como diferentes platos de una exquisita gastronomía”.
Al contrario de lo que podría suponerse para unas “casi” memorias, en la exquisita gastronomía de sus páginas casi no hay salsa rosa y sí mucha grandeza de personajes y lugares. Recordando a otro añorado escritor popular como Miguel Delibes, lo que transmite en estas páginas Tatiana Solovieva no es tanto a ella como a los personajes que representa en este carnaval literario. Ellos son, en buena parte, su propia biografía.