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Esta judicialización ha creado una grave crisis reputacional en BNP Paribas y Ares, que están siendo arrastrados por reclamaciones judiciales contra Portobello

Rebelión judicial de los franquiciados de Vivanta contra Portobello de Sánchez-Asiaín: Los juzgados se inundan de reclamaciones

El próximo martes 28 de septiembre se celebrará una vista previa en el Juzgado de 1ª Instancia Nº 86 de Madrid tras la denuncia presentada por un franquiciado de Vivanta, ante la «administración negligente realizada» por Portobello Capital de Íñigo Sánchez-Asiaín y sus socios como consejeros de la referida firma, según acaba de informar El Distrito.

Sin lugar a dudas, esta judicialización ha creado una grave crisis reputacional en BNP Paribas y Ares, que están siendo arrastrados por los varapalos judiciales de Portobello.

En julio de 2017 cuando adquirieron Vivanta había más de 100 franquiciados y, a día de hoy, apenas hay 30 que no paran de hacer reclamaciones a Portobello, Ares y BNP.

Tal como publicó Moncloa.com hace días, la situación de los franquiciados reproducida literalmente está despertando un gran interés debido al escándalo mediático de las clínicas Vivanta y Portobello.

Para ver el auto, haga clic aquí.

Y es que según el referido artículo de Moncloa.com, el fondo de inversión Portobello Capital, fundado por Íñigo Sánchez-Asiaín, ha sido acusado de presunta estafa, administración desleal y falsedad por el caso Vivanta, el cual ya reúne todas las papeletas para convertirse en un nuevo proyecto empresarial fallido, como lo fue el escándalo de Dentix.

La firma de franquicias ya empieza a inundar los archivos de los juzgados madrileños, pues ya ha dejado a pequeños propietarios en la «ruina», de acuerdo a un documento jurídico consultado por Moncloa.com en el que una propietaria lamenta cómo el error de adherir su local a la «franquicia Frankenstein» -apodada así por incluir locales de belleza o estética- ha acabado con su negocio.

Por si fuera poco, los fondos Ares y BNP pueden proceder a vender Vivanta, en caso de que esta no abone el préstamo que le fue concedido para su creación. Así lo estipula el contrato, el cual reza que «en caso de que Vivanta no abonara el préstamo, el prestamista procedería a vender la compañía que está conformada por 275 clínicas dentales y estéticas».

A todas estas, el español fondo de inversión Portobello de Sánchez-Asiaín sabía de antemano que no podía devolver esa deuda, por lo que ya la han capitalizado pasando Vivanta a manos de los dos fondos extranjeros citados anteriormente.

En la solicitud de nulidad de contrato de franquicia y de reclamación de daños y perjuicios a la que ha accedido Moncloa.com se puede leer que «el modelo Vivanta ha sido una simple operación financiera y especulativa que utiliza como moneda de cambio los negocios de los franquiciados».

Esto, debido a que muchos de los propietarios que decidieron entrar en el proyecto que suponía Vivanta, compuesta tras unir diversas franquicias menores ya existentes entre clínicas y locales de belleza o estética, han fracasado rotundamente.

  Sánchez-Asiaín

A la acusación de presunta estafa, administración desleal y falsedad contra Portobello Capital, cabe destacar también la mancha que supone este escándalo para el fondo francés BNP Paribas, que gestiona los patrimonios de importantes familias, y que tiene un 2,5% de participación en este proyecto.

Igual de afectadas se ven por sus inversiones en el fondo de inversión español de Sánchez-Asiaín los bancos nacionales Caixa Bank, BBVA, Bankia y el fondo de pensiones de Gas Natural.

Y el tercer fondo que participa en Vivanta es Ares, gigante estadounidense que participa actualmente en un 76% de la red, pese a que la responsable es su creadora, Portobello.

«En definitiva, con estos mimbres, se ha fabricado una especie de Franquicia Frankenstein combinando de forma desarticulada diferentes métodos, filosofías y sectores, que ha provocado una falta de servicios a los franquiciados y en última instancia, su ruina económica», refleja la solicitud de nulidad de franquicia presentada por uno de los socios minoritarios de Vivanta.

A lo largo del documento, la representación legal de la propietaria afectada alega que Portobello inició este proyecto sin conocer en absoluto el «cómo hacerlo», necesario para hacer prosperar económicamente a la nueva marca, junto a «ausencia de formación, de gestión, de asistencia permanente, de publicidad, de notoriedad de marca, y un largo etcétera».

Bajo Vivanta se aglomeraron varias franquicias ya existentes que en total sumaban 275 clínicas, entre ellas Unidental, Laser 2000, Grupo Clínico Dental Dr. Senís, Plénido y Avadent.

«Estamos en presencia, no de una franquicia como se nos quiere hacer creer, sino de una auténtica chapuza, perpetrada por el fondo de capital riesgo ‘Portobello’, con un claro objetivo especulativo», alerta una de estas solicitudes de nulidad de contrato develada por Moncloa.com
Vivanta, ¿otra franquicia fallida?

Según ha adelantado Merca2.es, los procesos judiciales se acumulan en los juzgados y ya se han traducido en varias dimisiones de ejecutivos de Paribas. La presión sobre Portobello continúa creciendo debido a que los socios minoritarios se han enterado, además, de malas maneras, de la cláusula de contrato por la que BNP y Ares podrían vender la compañía.

En cuanto al auto al que ha accedido Moncloa.com, el documento insiste en que la socia y sus empleados «no recibieron la formación inicial y durante dos años tampoco han recibido curso alguno», incumpliendo así el contrato de franquiciado.

Por ello, acusan a Portobello y directivos de Vivanta de ofrecer «nula formación y falta de asistencia continuada». También inciden en la irresponsable «falta de conocimiento del mercado y el sector de actividad» de Portobello a la hora de embarcarse en el proyecto.

En concreto, la marca denunciante reivindica que pasaron de ganar casi 35.000 euros mensuales a una media de 17.000 euros en 2018 después del nuevo branding como Vivanta. Por ello, achacan una «inviabilidad del business-plan», además a una falsa promesa de gran cobertura publicitaria que se ha quedado en «aguas de borraja».
 

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