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Diario YA


 

“Fabricando mascarillas ‘marca España’ lanzamos un mensaje de ‘stop a China’”

En el tiempo de cambios bruscos y, en parte imprevisibles, que le está tocando vivir a la industria y a la empresa en medio mundo, son numerosas las compañías que están apostando por la innovación, más que nunca. En España, Farmaquivir se ha convertido en la primera farmaceútica que apuesta por el desarrollo de la inteligencia emocional mientras sigue trabajando en la distribución de medicamentos y se ha convertido en referente absoluto de la fabricación de mascarillas ‘made in Spain’. Su CEO, Javier Coterillo, defiende la aplicación de “las ‘soft skills’ como medio imprescindible para aportar valor al negocio en momentos de enorme incertidumbre pero, igualmente, apasionantes”:

-    Usted es un firme defensor de las herramientas del coaching al mundo de la empresa y la industria. ¿Qué ventajas tiene esta mentalidad en el mundo post-covid?

-    Creo, más que nunca, en la generación fuerte de comunicación, confianza y compromiso en el seno de las compañías. Es lo que denomino la regla de las 3 C’s. Se están alterando drásticamente las formas de consumo, quienes intervenimos en procesos de producción y distribución de material de primera necesidad para nuestra salud y bienestar trabajamos cada día más la relación con nuestros ‘stakeholders’ y socios estratégicos, hemos aprendido a escuchar e interpretar a un cliente siempre exigente y, en estos momentos, por qué no decirlo, un tanto desorientado. La sociedad necesita referentes y las marcas solventes podemos serlo.

-    El virus sigue activo y ustedes, en un sector tan estrictamente controlado como el farmaceútico, se han activado…
-    En nuestro caso diría que ha sido incluso por imperativo ético. No podíamos permitir que en la proceso de importación de mascarillas, a España y a sus empresas, y a sus instituciones, se les estuviese generando inseguridad y, si me permite el coloquialismo, hasta se les estuviese dando gato por liebre. Hemos luchado por la independencia en el abastecimiento a una población temerosa, como es lógico, ante el empuje de una segunda oleada de muertos e infectados. El sanitario ha sido y es nuestro negocio, en la última década, pero creo de nuevo que a los proyectos empresariales hay que ponerles alma, y aquí ese alma era nuestra responsabilidad y nuestro compromiso con la sociedad. De ahí la planta tan ambiciosa, completamente ‘made in Spain’, que en Sevilla hemos puesto en marcha para la fabricación masiva y sofisticada de mascarillas.

-    ¿Sigue existiendo un problema con las certificaciones y las homologaciones de material?
-    Mire, pienso que a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y analizarlas en su verdadera dimensión. El intrusismo ha hecho daño en un sector en el que, al final, está en juego la vida de las personas. En nuestro caso, contar con esas certificaciones y homologaciones, tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos, no ha sido un desafío mayúsculo. Somos profesionales arraigados en un sector sometido a unos estándares, como no puede ser de otra forma, altísimos. Y eso nos está ayudando a marcar la diferencia en productos como las N95 FFP2.

-    Ha dicho usted, en algún momento, que en términos de responsabilidad social corporativa, hay que pasar de las musas al teatro…
-    No hay mejor acción social que podamos llevar a cabo que la de crear puestos de trabajo. Y en eso estamos. Desde luego toda empresa tiene como objetivo obtener un lucro legítimo, pero creo que a todos en cierto modo nos ha humanizado esta terrorífica pandemia. Y créame que, con cada empleo que somos capaces de sumar a nuestra fábrica y a nuestro equipo, me siendo especialmente orgulloso, y llego quince años dirigiendo empresas.

-    La pregunta del millón es si es posible lanzar un producto, en este caso las mascarillas, de más calidad y más económico que el importado de China…
-    No es fácil, desde luego, pero se puede y lo estamos haciendo. Hablamos, en primer lugar, de un producto de alta demanda. Eso significa que debemos ser cuidadosos con los márgenes. Y, por otra parte, en la medida en que estamos plenamente convencidos de que las mascarillas han venido para quedarse durante un tiempo, cosa que me parece lógica, hemos sumado a Farmaquivir a un inversor norteamericano potente. Y a eso hay que añadir la última tecnología como fabricantes, que podemos y vamos a optimizar. Cuando se tienen esos mimbres, un proyecto solvente y muy humano, en el sentido más amplio del concepto, los números salen y el esfuerzo vale la pena.

-    ¿Puede ser la ‘marca España’ algo más que un eslogan?
-    Desde luego nosotros, modestamente, lo demostramos a diario. No quiero que suene agresivo, ni que se interprete como tal, pero el ‘stop a China’ era y es un mensaje necesario. En diciembre vamos a duplicar la producción de noviembre llegando a los xx millones de mascarillas desde que hemos puesto en marcha la fábrica en Sevilla. El crecimiento va a ser exponencial, y esa riqueza se crea y se queda en España.