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Diario YA


 

Las claves de la revolución húngara de 1956

José Luis Orella
La revolución de Hungría de 1956 fue el último alzamiento armado contra el comunismo en Europa. La nación magiar fue ocupada por el Ejército soviético después de la Segunda Guerra Mundial. Las elecciones de postguerra de 1945 fueron ganadas por el Partido de los Propietarios con el 57% de los votos, mientras el Partido Comunista, bajo el mando de los estalinistas Mátyás Rákosi y Ernö Gero, recibió el apoyo del 17 % de la población. El comandante soviético, mariscal Voroshilov, vetó la posibilidad de que un partido de derechas formase gobierno, acusando a su espacio político de fascismo húngaro. El mando soviético estableció un gobierno de coalición con los comunistas en los puestos claves de Defensa e Interior. El líder de los propietarios, Zoltan Tildy, fue nombrado presidente y Ferenc Nagy, primer ministro, pero Mátyás Rákosi se convirtió en el primer ministro asistente. El también comunista László Rajk se convirtió en el ministro del Interior y fundó la Policía de Seguridad (ÁVH), el KGB magiar. László Rajk, era conocido por su pasado criminal como comisario político de la Brigada XIII Internacional. En febrero de 1947, la Policía inicio la detención y asesinato de los líderes del Partido de Propietarios y del Partido Nacional de los Campesinos, únicos independientes de la influencia comunista. El líder estalinista, Mátyás Rákosi se jactó de haber eliminado a la oposición cortándola a rodajas como un salchichón.
El nuevo periodo fue liderado por el Partido de los Trabajadores Húngaros (Magyar Dolgozók Pártja), formado por la unión del Partido Comunista y el Partido Social Demócrata, que se convirtió en el partido hegemónico en las elecciones de 1947 y del Frente de Independencia del Pueblo, que formó la totalidad del nuevo gobierno. Los líderes de las otras formaciones políticas, como Béla Kovács, Anna Kéthly, Ferenc Nagy e István Szabó fueron encarcelados o enviados al exilio. El 18 de agosto de 1949, el Parlamento aceptó una nueva Constitución, siguiendo el modelo de la de la URSS. El país adoptó el nombre de República Popular de Hungría y el socialismo fue declarado el objetivo principal a alcanzar por la nación. El nuevo régimen asesinó a 2.000 personas y encarceló a otras 100.000. El hecho más mediático fue el proceso llevado contra el cardenal Jozsef Mindszenty, Primado de la Iglesia católica, que fue detenido en diciembre de 1948 bajo la acusación de traición. Durante las cinco semanas de detención, fue torturado y drogado, consiguiendo la aceptación de los cargos que se le imputaban, siendo condenado a cadena perpetua. Las iglesias protestantes también fueron purgadas y sus líderes fueron sustituidos por individuos complacientes al gobierno comunista. Incluso el mayor “as” de la aviación magiar, Lajos Töth, con 26 aviones derribados, fue detenido y ejecutado, el 11 de junio de 1951, por “fascista”, al haber defendido su país durante la Segunda Guerra Mundial, siendo rehabilitado con honores en 1991.
El gobierno comunista colaboracionista se hizo impopular por estas medidas represivas. “El deshielo” por el fallecimiento de Josif Stalin propició la sustitución de Mátyás Rákosi por Imre Nagy. Sin embargo, Rakosi retuvo su puesto de secretario general del Partido de Trabajadores Húngaro y durante los próximos tres años se materializó una lucha por el poder entre los sectores reformista y estalinista. Imre Nagy alentó la discusión pública sobre una necesaria reforma política y económica, prometió aumentar la producción, la distribución de bienes de consumo y la liberación de los presos políticos, prometiendo elecciones libres y la retirada de Hungría del Pacto de Varsovia.
El Comité Central del Partido de Trabajadores Húngaros condenó a Nagy por “desviacionismo nacionalista”. Los periódicos húngaros se sumaron a los ataques y el 18 de abril fue relevado del poder por el estalinista Rákosi. Sin embargo, el 18 de julio de 1956, Rákosi abandonó el poder a petición de la URSS. No obstante, se aseguró del nombramiento de su amigo Ernö Gero. El nuevo líder comunista había sido representante de la Komintern en España y responsable de la represión ejercida contra los miembros del POUM y de la CNT en la ciudad de Barcelona en la Guerra Civil. El 3 de octubre de 1956, el Comité Central del Partido de los Trabajadores Húngaros anunció que había decidido que los dirigentes depurados László Rajk, György Pálffy, Tibor Szönyi y András Szalai fuesen rehabilitados y se anunció la rehabilitación de Imre Nagy.
El 23 de octubre de 1956, en Budapest, 155.000 manifestantes quisieron hacer un homenaje a los militares húngaros ejecutados por los rusos en 1848, destruyendo una enorme estatua de Stalin. La respuesta inmediata de la AVH fue ametrallar a la gente congregada provocando la reacción de los estudiantes. La Revolución Húngara iniciaba su camino por la libertad. Las calles cayeron en manos de trabajadores y estudiantes, que formaron un Consejo Revolucionario que se puso al frente del alzamiento. Los campesinos se repartieron la tierra en pequeñas propiedades y ayudaron a suministrar alimentos a las ciudades en rebeldía. Entretanto, las tropas soviéticas entraron en Budapest, encontrando una furiosa resistencia por parte de los rebeldes, que estaban armados exclusivamente con armas ligeras y cócteles molotov. El 30 de octubre, siete días después del inicio de la revuelta, los tanques del Ejército soviético abandonaron Hungría. Pero Nikita Khrushchev, el nuevo sátrapa soviético, no podía dar imagen de debilidad. El 4 de noviembre, 15 divisiones acorazadas soviéticas entraron en el país, arrollando las débiles resistencias húngaras. España fue el único país occidental que ofreció ayuda militar, pero sin el apoyo de la infraestructura aérea estadounidense, fue imposible materializarla al oponerse el presidente Eisenhower. El precio de la revuelta fue de 229 personas ejecutadas, 3.000 muertos en combate, 211.000 exiliados, 26.000 procesados, 26.621 condenados y 13.000 internados en campos de concentración.